lunes, 13 de enero de 2014

Añorando lo inevitable


Sueño, y así como sueño, deseo. No es culpa mía que esto ocurra, suele venir proyectado en sueños mis deseos, mis sentimientos y pensamientos, todos estos que yo trato terriblemente de reprimir por el bien mío. No es normal desear o amar algo que no será nunca una realidad. Pero las personas solemos ser tercas en nuestras emociones. Yo soy un ejemplo de esas miles de personas que se concentran en un solo sentimiento, hasta que éste decida irse, tras un tiempo en que las heridas cerraron, y se puede volver a empezar. 

¿Cómo hacerle entender con la razón al corazón que se está equivocando al añorar o mantener esperanzas de algo que no la tiene? ¿Cómo? No encuentro aún la respuesta, pero cada noche de insomnio me pregunto lo mismo y tengo ganas de sacarme el corazón del pecho para que deje de latir. Si no hay latido, no hay vida, por lo tanto no hay sentir. Supongo que es la única manera en que la razón por fin le gane al terco sentimiento. A la estúpida emoción.

¿Cómo le hago entender a mi corazón lo que la mente ya comprendió? ¿Que aunque sea para mí, no lo es por sus decisiones? ¿Cómo inducir al alma que crea lo que la cabeza sabe, de que no me ama porque simplemente no me ama? ¿Qué debo hacer?... Cada día se vuelve difícil porque tengo una batalla en mi interior. Una donde el corazón me dice que no es imposible, que solo le debo quitar la coraza, que crea que es posible amar. La mente me dice que no va a amar porque no quiere hacerlo, porque tiene en su vida otras metas y porque, específicamente yo, no soy lo que quiere en su vida. Entonces me lleno de valor, antes de intentar en volver a dormir, que entonces el amor le llegará por otra vía, que cuando eso ocurra, me llenaré de dolor, pero será definitivo, la razón sabe que cuando eso ocurra, el corazón dejará de luchar por lo que tan tercamente insistía, un sí...

El corazón tiende a ser estúpido por darle la contra a la razón, porque la razón en esto sí tiene toda la verdad, el corazón solo tontea, solo se hiere, solo hace que me hiera yo en cada despertar preguntándome porque tengo que pasar esto, cuando yo solo pedí volver a amar... claro, pedí volver a amar para poder sentirme viva de nuevo, pero no amar de este modo, no a esta persona. La vida da unos regalos que a veces uno no pide. Y te tienes que aguantar en tenerlo hasta que este se pierda en el tiempo o se rompa en mil pedazos. Yo espero que en mi caso se rompa en mil pedazos para que el dolor, aunque sea intenso y me quiebre en mil, pase rápido, y no sea un dolor perpetuo con cada sueño que se aparece ante mis ojos cada noche. 

Parece que la vida solo quiere que yo comprenda una cosa:

Algunas personas aman y son correspondidas, otras aman pero no lo son, otras son amadas pero ellas no aman. Al final... las que no aman, pero son amadas, terminan amando... a otra persona. Y las que aman sin ser amados... esos nunca son amados por nadie. 


lunes, 18 de octubre de 2010

Ayayayayay!!! Pero bueno... ando aprendiendo a repelerte!

Esa será mi frase mágica de ahora en adelante... o más que la frase, la palabra. Repeler. No sé porqué no logro aprender a poner un parante o una película protectora en mí. Debe ser que siempre termino creyendo que las personas no me van a lastimar de algún modo y bajo completamente la guardia. Pero es por las puras, al final, ya no solo es el hecho de levantar la guardia otra vez, si no de ponerme un curita para que cierre más rápido lo que pueda estar sintiendo. Si, soy una llorona complicada.
Hace muchos años, muchos, era una niña todavía, me di cuenta que las amistades, por alguna razón importante, calan más rápido en la vida de las personas que la misma familia. Es por el hecho de que uno a los amigos los elige con sus defectos y virtudes, pero creo que más allá de sus virtudes, debo tener en cuenta cuales son esos defectos que me van a causar problemas. Me jode ser tratada como si fuera invisible o sólo cuando se necesita algo de mí y eso me entristece y me llena de rabia. Rabia que no sé cómo canalizar y así evitar llenarme de sentimientos negativos, que no son buenos ni para el alma ni para el cuerpo.
Me jode, y sé que va a llegar un momento en que no voy a soportar mucho y voy a explotar. No quiero eso. Me ha pasado ya muchas veces y resulta triste, porque termino hiriendo, cuando no es la idea. La cosa es saber decir las cosas en el momento justo. En el momento que se espera, no callar para dejar pasar las cosas. Eso es lo que yo debo aprender a enfrentar. Me rehuyo a hacerlo por miedo a herir, causar más problemas o perder la amistad con esas personas. Pero si esas personas no me van a querer con todo, entonces...

martes, 28 de septiembre de 2010

Me llega!!!

Me llega! Así empezaré este tema, porque no le encuentro otro título que vaya en este momento con lo que siento... y me llega. Sí. Me llega la gente que cree que puede venir y disponer y de cambiar, de mover, de manejar a las personas a su regalado gusto. Y que lo consigan es lo más sorprendente. ¿Cómo lo hacen? he ahí la pregunta, pues hasta ahora no lo sé. Sin embargo, ya estoy llegando a mi límite. Es raro que diga algo como esto, sobre todo porque yo sólo exploto y llego al pico más alto con mi círculo familiar (mamá, papá y hermanos) y no con mis amigos. Pero creo que voy en ese proceso. No sé que tanto más vaya a seguir resistiendo, como tampoco tengo idea de cómo será que reaccione cuando llegue a ese momento, pero así son las cosas.

¿Por qué el "me llega"? Ya me harté. O sea, yo si tengo que soportar a las personas, soportar los berrinches de los demás... Aguantarme, porque si alguien se encuentra de mal humor, debo aceptar que por su mal día, me contesten de un modo tan terrible como si hubiera hecho algo. "¿Y qué con eso?" Pues que si lo digo es por algo, no es por loca, sea porque se ha quedado en algo que yo no voy a poder y que por eso aviso. Sea porque necesito que me escuchen por cualquier webada que me pudo haber pasado y necesito simplemente una oreja. O sea, si es para los demás, yo tengo que preocuparme, aunque el asunto sea una reverenda estupidez. Ojo, lo hago porque en verdad me preocupa. No importa de dónde saque el tiempo, pero ya veré la manera de estar ahí.

Me llega... Me llega tener que callar mis sentimientos sobre determinados temas, porque el resto cree que lo que se dice es, que tienen toda la razón del mundo y que si no se las das, pues entonces uno es el malo, el bruto o el injusto. Uno tiene que hacer la empatía, entender lo que se siente pero el resto no se pone en los zapatos de los demás y se quiere que todo sea de un modo... O sea, ¡Qué carajos! tengo que soportar el mal talante de los demás porque tuvieron un día malo, están cruzados por la mierda que sea, o porque simplemente pasó la mosca y están de mal humor cuando uno sólo está cumpliendo en algo, o diciendo algo.

Me llega. Me llega porque por estás situaciones, me olvido del libro que tanto me enseñó, me olvido de lo que me propuse de dejar a cada loco con su tema y seguir mi vida como si nada, sin ver mi estado de ánimo afectado. Me llega porque debo meterme de nuevo en la cabeza que si alguien está cruzado como para tratarme así sin que lo haya motivado, que chingue su madre, porque yo voy a seguir de lo más normal, feliz con mis otras actividades y mi estado de ánimo no se amoldará a la situación. Me llega que eso no suceda. Me llega sentirme así en estos momentos. Me llega...

Tengo que aprender, tengo que alejarme, tengo que cortar de raíz muchas cosas, tengo que curarme una vez más, encerrarme en mi caparazón, aprender a vivir en tiempos non gratos, a respirar con el frío abrazador y a caminar por la nieve y tormenta, como con el calor abrumador y los calambres... Tengo que aprender y espero que esa lección sí que no me llegue!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La cólera que suelo sentir y que no sé exteriorizar...

Este mes, como los muchos días de meses atrás, son plagados de sentimientos bastante peculiares. Lloro por cualquier cosa, siento que no soy del todo comprendida y me vuelvo bastante insoportable conmigo misma. En cierto modo, creo yo, debe ser un modo de egoísmo. Nunca me consideré como tal, pues mi mamá me ha enseñado a compartir lo que tengo, a no ser mezquina, y si se puede, dar hasta lo que no se tenga por las personas que uno quiere y cuida. Pero mi egoísmo no se debe al plano material, sino al emotivo, por llamarlo de algún modo. Eso me sucede cada mes, en algunas semanas especificas.

Sin embargo, yo no soy de exteriorizar todas mis emociones. La gente, incluso la cercana a mí, puede creer una cosa, porque me pongo en un plan que no es exactamente el que debería. Pueden creer que me de igual algunas situaciones, porque no suelo exteriorizar ni mi malestar, ni el coraje, al menos no como se debería. Y eso me da rabia. Me da cólera, porque la culpable de esto soy yo, por mi proceder. No creo que ese aspecto cambie mucho, son pocas las veces que de verdad demuestro si me siento mal o bajoneada.

Tengo un carácter bastante peculiar. Yo suelo decir que no tengo orgullo. Creo que es verdad que no lo tengo, y si lo tuviese, debe andar haciendo la siesta eterna. No aparece. O puede que sí lo tenga, pero sea de algún tipo de orgullo que no reconozco como tal, quien sabe. Respuesta misteriosa. Pero cuando hablo con mi querida Cats, o con quien sea de mis amigas,sobre este tema, no encuentro mucho pan por rebanar. Muchos me lo han explicado de miles de formas, pero sigo sin reconocer nada. Me dicen que el pedir disculpas, genera que las personas no quieran hacerlo, por orgullo. Yo no he tenido problema en ese aspecto, soy de las personas que suelen pedir disculpas, tanto como cuando me equivoco como no. No me duele hacerlo, menos cuando sé que soy culpable de alguna situación, en esos momentos sólo quiero reparar mi error, solucionar lo que haya podido quebrar.

Pero en este momento, lo que me anda atormentando, es precisamente el hecho de que cuando estoy hecha una furia, me la desquito con las personas equivocadas. No sé dirigir, bajo ningún concepto, la emoción negativa que tengo sobre la persona que debería recibirla. Es más, si se pudiera, nadie debería recibir un mal trato o una mala respuesta por algo que jode, pero el problema es justamente, que en vez de dirigirlo a la persona que se lo merece, lo recibe o lo reciben las personas incorrectas.

Yo debo aprender a decir lo que siento a las personas que deben saber, en determinada situación, que es lo que no me parece, que es lo que me pone de malas, cuales son exactamente, aquellas situaciones o detalles que me desquician y sacan de mis casillas. Y debería aprender a decirlas, justamente, en el momento preciso que ocurre la situación. O quien sabe, decirlo luego, pero contar, al fin y al cabo, eso que me jode.

Mi trabajo es tratar con el público. Antes, cuando trabajaba en hotel, e incluso, cuando trabajaba en USA, solía practicar el mandamiento más grande e importante de mi carrera: La máscara de la buena cara ante todo. Parece que la máscara de la buena cara se quedó a mitad de rostro, porque eso no suele suceder ahora en mi trabajo actual. Trabajo con personas todo el tiempo, tratando a miles de mujeres, y a veces, contados con los dedos, uno que otro hombre, pero, por alguna razón, no soy feliz con el trabajo que tengo. Quizá hace 15 años, cuando apenas era una niña y hacía exactamente lo mismo. Incluso hace 8 años, cuando apenas era una estudiante de hotelería y trabajaba en lo mismo con otras zonas, pero, en esas épocas, era feliz, me gustaba mucho lo que hacía y me preocupaba mucho por ayudar a estas mujeres. Pero ¿Qué es lo que ha cambiado ahora? Buena pregunta. Lo malo es que no sé la respuesta.

No sé si sea por lo mismo que ando en busca de otros horizontes. Quizá, pueda ser, que de verdad yo nunca serví para trabajar con la gente, como dice mi mamá todo el tiempo. O puede que el hecho de trabajar con mi mamá sea el verdadero problema. Quien sabe, me pongo en todas las situaciones, pero no me ilumino por completo. Pero, he ahí el problema. Por mi experiencia laboral, por los conceptos que tanto me chancaron en la época de estudiante de Administración Hotelera y de servicios, pues sé que no importa qué suceda, ellas son mis clientas y debo tratarlas bien. Debo mimarlas cuando se pueda, consentirlas, explicarles las veces que sea necesario, tratarlas siempre con una sonrisa, y todo problema que tenga que no sea de la oficina, dejarlo fuera de ahí. Lo mismo que al revés, todo problema que tenga en la oficina, dejarlo sólo en mi centro de labores. Pero no se puede. O no quiero.

Ando con la cabeza llena de problemas. Aún no puedo concretar lo que quiero, porque lamentablemente, mi familia, sin llegar a ser una familia con bajos recursos económicos, tiene el dinero destinado de tal modo a gastos y costos definidos, que en verdad, dinero para poder estudiar no hay. Sea porque quiera seguir en mi carrera o entrar a otra, no alcanza, y ya de por sí mis papás pagan doble carrera. Tengo dos hermanos estudiando. Uno, una carrera cara; el otro en una universidad cara. Sea por el motivo que sea, meterme a un curso de actualización para prepararme a la universidad, o para pagar profe particular, no se puede. Se intentó, de verdad que sí, pero fue imposible. Tuve que dejar a medias y por el momento meter mis proyectos y metas profesionales en un frasquito hasta nuevo aviso. El problema es que como en todo frasquito, la esencia se irá perdiendo o se esfumará lo que hay dentro si no hago algo. Y el tiempo pasa, y ya no soy tan joven. No quiero ser de la generación Yuppie, que estudiaban y estudiaban, se llenaban de medallas, diplomas, doctorados, todo, pero que no tenían experiencia laboral en nada, pero de pronto se veían con un puesto que les quedaba grande. Eso no quiero. Pero el quid del asunto es ese, no tengo experiencia laboral reciente, así que si no tengo experiencia laboral, no puedo estudiar y sigue pasando el tiempo sin hacer nada, pues pasará que de nada me servirá el título de Administradora hotelera y de servicios.

Entonces, anímicamente, no me siento realizada, por lo que me lleva a tener siempre una mala gesta. Mi humor habitual se vuelve sombrío y comienzo a gritarle a la gente. Y eso no debería pasar. Así como en este caso son los estudios, hay otros que me afectan directamente, y que no tienen validez decirlo. Sólo sé que estos problemas en general, me causan mucho problema en mi trabajo y con la atención que debo realizar con la gente que laboro.

¿Hay manera de combatir esto? No lo sé, de veras que no lo sé. Sólo puedo decir que quiero y es algo necesario, el empezar a tratar bien a las personas. Nadie se merece mis gritos, mi mal humor y la cólera y frustración que debo estar sintiendo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Hehra

Te la debía. Creo que aún te deberé mucho, pero prefiero decir tanto por este medio. No se me ocurrió otro título que aquel con el que te conocí; con el que mejor te representa. No le di más vueltas así se quedará, su majestad, Reina Dragón. Cats ya tuvo el suyo, pero tú te lo mereces hace mucho tiempo atrás, porque desde que te conozco, tú apareces en el momento justo. Me hueles a millas de distancia, a kilómetros, para siempre decirme algo sabio, palabras y frases que me calman y calman a los demonios internos que llevo dentro. Por mostrarme que debo volver, mil veces, a meter la cabeza en el caparazón y pensar las cosas, tomarlas con calma y no desesperarme por no poder dar soluciones a situaciones que no están a mi alcance. Por darme un punto fijo en el que guiarme y no caer nuevamente en el intento de la desesperación por sentir que soy una inútil.

Ya te dije, apareces siempre en el momento indicado. Sé que no eres una bruja, pero sé que el cariño que me tienes es grande, lo siento, pese a esas millas que nos separan. Dices que me sientes triste y te creo, tienes la sensibilidad a flor de piel. Yo que siempre me he jactado de eso, creo que he ido perdiendo esa cualidad, para volverme alguien más egoísta -aunque me dijeras que no. -Diremos que contigo no sucede porque no me molesta dedicarte tiempo, darte el lugar que te mereces, porque todo lo que siempre dices, cuentas, cada ejemplo que me das, me abre la mente. Y eso es mucho. Creo que se me hace fácil decirte tantas cosas porque tú siempre me las pones fáciles. Nunca me haces sentir ni tonta ni nada por el estilo. Es que eres Hehra, supongo, pero eres también una muchacha que pisa tierra, eres tan humana, que te pones en todas las situaciones. Eso me lleva a pensar que haces mucha empatía. Bueno, no me lleva a pensar, me lo confirma siempre tus prontas acciones en determinadas situaciones con los demás.

Te admiro, Eres toda una guerrera, no te dejas avasallar por nadie, me gusta que no tengas pelos en la lengua y que siempre sepas que decir, como actuar. Si fuera un poquito como tú, en el hecho de aprender a no herirme, a poner una pared cuando debo hacerlo, usar mi caparazón de FL como la tortuguita que soy, entonces, ahí si puedo decir que aprendí a ser fuerte. Porque el hacerme fuerte no cambiará mi esencia, no me hará alguien diferente de quien soy, pero me hará menos vulnerable a esas situaciones que yo no puedo controlar y entonces, podré seguir por el camino en el que me lleve la vida sin tanto tropezón causado por mi propia mano.

Te quiero mucho, Hehra!

jueves, 16 de septiembre de 2010

Mi obsesión: LCD



Pese al tiempo que tengo este blog, no soy de escribir en demasía. No lo suelo hacer porque el tiempo que tengo es corto cuando lo cuento cual goteros de agua. Mi abogada favorita siempre me dice que deberían ser los días de 72 horas, para que alcance todo lo que uno quiere hacer. Ese es mi caso. Pero bueno, para eso tengo este blog, para que no importando del tiempo, igual pueda decir las cosas que quiero.

Pues bien, en esta oportunidad voy a hablar de una de las obsesiones más grandes que tuve en el año 2009 y que sigue siendo mi obsesión hasta ahora en el 2010. El nombre de esta obsesión es de un anime que veo -Sí, animación japonesa, como se dice pésimamente, "dibujitos animados japoneses"- que lleva por título La Corda D'Oro o Kin'iro no Koruda, en sus títulos originales. Es un anime, que como la gran mayoría de casos, tiene un manga publicado en la revista Lala cada mes, pero como otros casos, su aparición viene primero de los juegos de video llamado "Otome". Un juego de simulación o de rol play. Es un juego para chicas, porque, basicamente es la chica quien juega, la que elige con cuál de los personajes masculinos es con quien interactuará en los distintos juegos.

Pero ¿Qué es lo que lo hace tan especial para mí, que hasta se volvió una obsesión? La temática. Tanto el juego, el manga y el anime (y no hace mucho el musical) gira alrededor de la música clásica. Violín, piano, Cello, flauta traversa, trompeta y clarinete; sin contar con la viola, que también es tocada por otros personajes. Cada personaje interpreta la música de muchos compositores clásicos reconocidos en la historia con su respectivo instrumento. Así tenemos que el personaje que toca el piano, practica e interpreta música de Chopin, Liszt, Bach; Esto es sólo un ejemplo, porque cada personaje nos lleva tanto por arreglos musicales para sus propios instrumentos, como compositores reconocidos especializados para un instrumento.

En esta historia hay personajes con los que el público se sentirá identificado. Personajes masculinos, realmente, porque en lo que a chicas se refiere, sólo hay una protagonista, dos personajes secundarios, y otras más que secundarias. La protagonista es quien se interrelaciona con el resto de personajes en la historia... Suele ser un poco aburrido en el anime, pero en el juego, los CD Dramas y en el manga, al menos vemos que los demás personajes femeninos tienen su peso y su importancia en la historia. En el juego, obviamente la protagonista somos nosotras, las jugadoras.

Bien, pero mi obsesión no termina no sólo con esta reseña de lo que es el universo de La Corda D'Oro.

Siempre, desde chica, tuve un amor enorme a la música. Mi mamá se encargó que aprendiera a tocar el piano (y tengo un órgano desde esas épocas) a la edad de 7 años. Lo estudié hasta los 11, con intervalos de descanso. Pero la falta de practica no ayudaba en nada. Cada cierto tiempo saco mi teclado electrónico y toco y toco.
Luego, mi padrino, siempre en su casa se escuchaba música clásica e instrumental. Me llevaba a escuchar tocar a las alumnas del colegio de mi prima, al conservatorio. Me regalaba los casets para mi radio de orquestas. Me inculcó la música siempre. Por eso, a diferencia de mis compañeros de clases, yo no estaba muy al día de la música POP del momento. A demás que yo siempre prefería mis libros a los juegos.... Pero bueno, cuando supe sobre el anime, se lo comenté a la manis Sol y ella se compró el anime, pues ella está en clases de violín. Por ella es que pude ver el anime, que me lo prestó como casi siempre hace con los animes.

Así pues, empecé este rodeo con esta historia, tanto así que a Sol y Yiyo las tengo locas y aburridas U.U o por ejemplo, a Clara, que le mandé el anime desde Perú a México. Marta, que vio el anime en tres días vía internet, o a la hija menor, Mayrita, que también lo vio y se descargó hasta la música y CDs. Mi abogada favorita, a parte de que le mande las canciones que a mi más me gustan, no lo quiere ver, porque dice que no le da para ver una historia en dónde su protagonista es una lerda xD. Esas son las reacciones que genera la corda. Por el momento, sólo lamento que mi manis Sol le haya dado un apodo como el Bot a mi personaje favorito y que se haya popularizado en Yiyo xD. No importa, sé que es mi culpa por darle y darle al temita.

Por el momento, es lo único que voy a escribir sobre la Corda D'Oro, porque en la oficina hay muchas cosas que hacer y me estoy ganando hace un par de horas, miradas asesinas de mi jefa.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Emociones a flor de piel...

Hace cuanto que no entro al blog. Quería hacerlo, quise hacerlo, pero no había un momento. La semana que pasó fue cuando me encontré en ese pico alto de querer meter mi cabeza a mi caparazón. Suele pasar que por más que yo esté rodeada de personas, a veces, por cosas muy extrañas, me siento con una tristeza muy grande. Así me andaba sintiendo, pese a las risas de los fines de semana, a las risas que de pronto saco, cuando veo una película o una serie, o lea algo. Puede que ciertas cosas me quiebren cuando yo misma ni me lo espero. No es que puede, sucede en realidad, y bastante más seguido de lo que yo misma quiero reconocer. A veces no le doy importancia, y redirijo el tema a otras cosas que pueden parecer de suma importancia, sólo para no sentir un silencio que pesa.

No es la primera vez que tengo un tema como este en mi rincón, que como dice en su descripción, existe para calmar ciertos demonios internos. Para eso está este blog, para poder desahogarme, tomar el aire necesario y luego meter la cabeza y olvidarme, por un momento, de los sentimientos extraños que pululan alrededor mío. No puedo decir que tenga problemas graves. Por el momento, superé los problemas de salud que tuve conmigo cerca de 4 meses, entre va y vienes, por temporadas. No tengo, a decir verdad, problemas graves de falta de dinero, porque deudas con el mundo no tengo, al menos no esas deudas que te agobian porque te van a cobrar hasta lo que no tienes. Problemas sentimentales no tengo, no tengo hombre que me joda, por lo tanto, en ese sentido, puedo decir, a viva voz, que estoy tranquila. Entonces ¿Qué me hace volver a escribir un tema cómo este? Pues ya no es tanto por mi, como tal, al final, voy a encontrar mi tubo de escape para poder reír, olvidarme de mis nudos mentales, de mi plano existencial, voy a encontrar el desfogue necesario para poder seguir. Es curioso, porque soy de las personas que no suelen guardar mucho para mi, casi todo lo comparto, soy un libro abierto. Sí, por eso digo, no suelo guardar mucho para mí, lo que significa que al menos siempre, un porcentaje, aunque sea pequeñito, se queda dentro.

No, lo que ahora me hace escribir un tema como este es la importancia que tiene para muchas personas, incluyéndome, el no sentirse importantes para las personas que lo son para nosotros. Y quiero escribirlo, porque luego de darle muchas vueltas, me doy cuenta de ciertas cosas:

No porque las personas no suelan ser un libro abierto, significa que no te tienen cariño, estima o confianza. Las personas tienen muchas maneras de demostrar sus sentimientos por la gente, y a veces deberían ser las acciones las que pesen más que las palabras en sí.

No porque los amigos no quieran abrirse y desahogarse, significa que no juegas un papel importante para esas personas. A veces, lo realmente lindo de la amistad, es que sin que se tiren a tu hombro a llorar o contarte lamentos, el hecho de pasar un lindo día contigo es una gran ayuda y desfogue. Quizá para esa persona, tenga más valor el haber pasado unas horas a tu lado, compartiendo un café, una gaseosa o solo una caminata por la calle concurrida, contando cosas que para el resto no tiene mucho sentido. Lo que hiciste fue distraer a esa persona de sus problemas, en un momento en el que todavía no quiere abrirse. Y así no lo haga nunca, al menos sabe que cuenta contigo para poder olvidarse de lo que lo pueda estar agobiando.

Eres importante, porque lo más seguro es que te escuche cada vez que hablan, que se ven y conversan. Seguro es uno mismo quien se lleva la conversación sola. Pero no dice nada, no reclama, y al contrario, te escucha y te aconseja para que no hagas burradas. Y si por A o B motivos cometes la burrada, igual estará ahí, sea para requintarte o simplemente hacerte compañía.

¿Aprendí mi lección? Sí, claro, si la aprendí, pero la cosa es que debo tenerlo siempre presente y no sentirme importante o que no hago nada por las personas que uno quiere.

Amen!